Queridos alumnos,
Quisiera compartir con Uds. esta interesante entrevista hecha al maestro Carlos Cruz Diez por el periodista Rafael Álvarez-Bermúdez y publicada en el diario Panorama el 2 de enero de 2015.
La entrevista la titulan:
"Me duele que en mi obra se despidan del país", haciendo alusión al emblemático suelo del aeropuerto Simón Bolívar, de su autoría.
"No hay generación de relevo en el cinetismo". "Estamos en vísperas de algo totalmente nuevo" ."Yo no creo en la suerte, creo en ser eficaz". "La superinformación confunde a los jóvenes" .
"Yo creo que lo que debe hacerse es enseñar a disfrutar el arte, no a hacer arte".
"Hay que apartar los sentimientos y obedecer lo lógico".
Sus obras
no son cuadros, son acontecimientos. La magia cinética de los eventos
que suceden en las paredes de la galería Gimpel & Muller, de la rue
Guénégaud de París, provoca fascinantes mezclas de colores en las
retinas de los asistentes. Contemplan así las creaciones del venezolano
Carlos Cruz-Diez.
Son las
9:45 de la mañana. ¡Bonjour! Ha llegado el maestro. Menudo y gigante a
la vez, luciendo una sonrisa imperecedera, atraviesa con su típico andar
apresurado la cámara de cromosaturación que se ha instalado en la sala
principal del espacio artístico.
Saluda a
todos. Da signos de humildad infalible en su proceder y en sus modales.
Observa con delicadeza a los invitados y con carísima atención se acerca
a cada uno cuando lo considera oportuno. Hace gracia su acento
“venezolanísimo”, que aún no pierde a pesar de vivir en Francia desde
1960.
“Estoy
bien, muy bien. A veces me canso un poco, pero la cabeza la tengo buena.
Es lo que importa”, contesta a carcajadas cuando se le pregunta sobre
su estado de salud. Pero su risa –tan característica– se desvanece
levemente cuando reconoce que se “conmueve mucho” al ver las fotografías
que cientos de venezolanos se toman sobre su obra en Maiquetía, antes
de emigrar del país.
Después de
dar una visita guiada en francés a todos los presentes, recibe nuestra
entrevista. Con su lucidez, Cruz-Diez reafirma una vez más por qué es el
emperador del espacio cromático.
- Su
más reciente exposición lleva por nombre “Rojo, Verde y Azul – Los
colores de un siglo”. Usted casi tiene un siglo (¡Caramba, es verdad!,
exclama entre risas), cumplió 91 años y plasmó sus memorias en un
libro. ¿Lo hizo por necesidad interior o por dejar enseñanzas a los
jóvenes artistas?
— Me
pareció conveniente informar sobre lo que yo viví, cómo fue mi formación
y de dónde vengo. Para que sirviera de información para las nuevas
generaciones. Refiriéndome a nuestro país, creo que el venezolano no ama
o no le interesa su historia. Por eso estamos viviendo de nuevo en el
siglo XIX, porque nadie se da cuenta de que estamos en esa época, porque
no conocen su pasado. Quise contar mi aventura y también decir que sí
se puede. Cuando uno emprende algo con coherencia y quiere decir algo a
los demás con un discurso generoso, la gente lo oye y lo acepta. Además,
yo viví momentos históricamente importantes, porque estuve cuando se
crearon las dos influencias más grandes que tuvo el cinetismo. También
quise contar cosas amables de la vida. Ya está bueno de tanto drama.
-
Recientemente, el neurocientífico Beau Lotto explicó que cada persona ve
los colores de una manera diferente pues los percibimos a través del
cerebro. Usted siempre ha afirmado que el color es una circunstancia
pasajera. ¿Cómo puede ser entonces que algo inexistente o circunstancial
nos afecte intensamente?
- Es una
información que nos llega y que nos invade. Vivimos en un espacio que
está coloreado, lo que pasa es que percibimos ciertas ondas nada más.
Recibimos solo pequeñas frecuencias de ese amplio espectro que sucede
durante las 12 horas que el sol ilumina a la Tierra. Estamos inmersos en
el espacio y el espacio es material. Fíjate que cuando lanzan cohetes
se incendian, porque es sólido. Lo vemos, la Tierra desde lejos es azul.
El color es presente continuamente, produce un placer que aprendes a
leer, si aprendes a leer el espacio. No estamos acostumbrados a eso,
leemos solo la ocupación del espacio, las cosas, las formas. Yo te veo a
ti y tú me ves a mí, pero entre nosotros hay un espacio. El color
invade el espacio y es didáctico. Todas estas obras que ves no son
cuadros, son soportes de una reflexión. Eso genera placer, rechazo y
otros sentimientos humanos.

Usted
ha trabajado en liberar el color de la forma. Kandinsky afirmó que
“todas las formas son ciudadanos del imperio abstracto”. Entonces ¿A qué
imperio pertenecen los colores?
-Al imperio del espacio (risas).
-
Usted es uno de los mayores artistas cinéticos vivos del mundo. Desde
esa categoría, ¿cree usted que existe una generación de relevo en el
cinetismo?
- No, los
movimientos tienen un nacimiento, un desarrollo y se cumplen. Luego lo
que viene son consecuencias. Decir que hay artistas cinéticos hoy día,
es como decir que yo soy cubista. Eso yo lo rechazo y no tiene sentido.
Sería decir que estás haciendo algo que ya fue inventado y muy bien
resuelto por otras generaciones. Lo importante es que el cinetismo abrió
caminos para expresarse de otra manera, que el arte puede estar en el
espacio para crear acontecimientos. Las instalaciones son metáforas.
Pueblan el espacio para decir el discurso.
- Entonces, ¿esperamos por un nuevo discurso?
- A pesar
de las academias existentes, siempre hay alguien que tira la piedra,
rompe la ventana y se abre un mundo nuevo. Estamos en vísperas de algo
totalmente nuevo, que siempre lo he dicho. Nosotros seremos los últimos
artistas tal como uno los concibe, ya será otro discurso, otra manera de
ser, otro soporte. El arte siempre ha sido así, la superestructura de
una sociedad. Anuncia lo que va a venir.
Serie Fiesta
-
En una entrevista, usted reveló algo en lo que yo coincido: No cree en
la suerte pues de niño jamás se ganó una rifa. (En este momento las
risas son incontrolables y debemos detener la grabación. “También debes
decir que es como cuando voy a pescar. Hay gente que me ha invitado pero
yo no pesco ni uno”). ¿En qué cree usted realmente y cuál ha sido la
base de su éxito?
- He sido
coherente e insistente. Está el presente y el momento justo. Si yo
hubiese hecho esto en Venezuela, no hubiera funcionado. Allí no era el
lugar. Ahora, cómo intuí yo que era aquí (París) el lugar. Tú puedes
tener muy buenas ideas pero no estás en el sitio, o lo dices antes o lo
dices después. Es condición. Yo no creo en la suerte, creo en ser
eficaz. Uno no trabaja para hacerse rico, uno trabaja para la audiencia.
Yo vine a exponer un discurso, a ser oído. (En Venezuela) Yo me sentía
aislado, quería decir algo, por eso me vine a Francia. Hice un gran
esfuerzo para poder decir lo que quería decir y que me oyeran. Pero para
hacerte oír, debes ser coherente. Porque el arte es intangible. Tú
puedes decir como Duchamp que cualquier cosa es arte, pero si no está
bien argumentado y no defiendes tu verdad, y te contradices, ya nadie
cree en ti.
- ¿Este sería quizás el mayor problema de nosotros los jóvenes hoy día? La contradicción.
- Sí, hay
una circunstancia que es la superinformación, y eso confunde a los
jóvenes. Debes argumentar y defender hasta el final en lo que creas. Si
no estás claro y convencido, te contradecirás. A mí me dijeron muchas
veces: “¿Chico tu vas a seguir con esas rayitas? Eso no tiene futuro, ya
está dicho, allí no hay nada que buscar”. Pero sí había que buscar, y
profundizando, hemos llegado a lo que tú conoces hasta ahora.
¡Coherencia!
-
¿Qué opina de que su obra en Maiquetía, Color Aditivo, se haya
convertido en símbolo de despedida de los venezolanos que se van, de
desarraigo quizás?
-
¡Caramba, eso me duele profundamente! Yo he visto que todo el mundo se
toma fotografías con sus pasaportes, dejando el país. Fíjate el arte se
convierte en parte de la vida y forma parte de nuestras vivencias. El
aeropuerto es una vivencia para el venezolano, como puede ser El Ávila.
Lo que me duele es que mi obra sea justamente para la despedida del
país, me conmueve mucho.
-
El Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela es un buen ejemplo de
programa cultural al que se le ha dado continuidad, ¿cree usted que hace
falta algo similar para la formación de niños y niñas de todos los
estratos en cuanto a las artes plásticas?
- No. Yo
creo que lo que debe hacerse es enseñar a disfrutar del arte. No a hacer
arte. Porque el artista es una persona muy particular. El arte no puede
confundirse con el artesanado. Pintar sin tener un discurso nuevo no
tiene sentido, por eso los artistas son muy pocos. Lo que el hombre
agradece es la invención del arte, porque te da una información que no
tenías. El deseo de todo artista es revelar algo nuevo, y eso es lo que
atesoran los museos del mundo.
Asientos del Centro de Acción Social por la Música - Quebrada Honda - Caracas
- Partiendo de eso, ¿qué gana un pueblo instruido en la apreciación del arte?
- Gana un
placer profundo, su espíritu se engrandece. Lo que ha pasado con la
música. Bueno a sí mismo la pintura, la poesía y la literatura, dan un
placer específico que es lo que hay que estimular para que cada quien
pueda disfrutar de la producción de los artistas. El arte es para la
gente y por eso hay que acondicionar para que puedan recibirla con
eficacia.
-
Una vez Lía Bermúdez contó que un día un mendigo de la Plaza Baralt, de
Maracaibo, ingresó a la sala grande del Camlb donde se albergaba una
exposición de su obra. (“Oh, Lía, una gran amiga, la quiero mucho”,
exclama) El curioso indigente caminaba de un lado para otro extrañado de
cómo los colores cambiaban a su paso. Lía le explicó el “milagro
cromático” que ocurría. Al día siguiente volvió con otros dos
compañeros. ¿Su obra está hecha para quienes no saben de arte?
- El color
es fascinante. Es una sorpresa continua. El indigente volvió porque ahí
pasan cosas (risas). Son acontecimientos. El cinetismo arremete
precisamente contra el intimismo que había llegado a la pintura. El arte
es gestual. Lo importante del impresionismo era cuando el artista
descargaba sus emociones al momento de pintar, que morían cuando su arte
era colgada en un cuadro. Se producía una ruptura de la información.
Con nosotros (los artistas del cinestimo) ya no sucede eso, y la gente
descubre cosas.
- ¿Qué cree que le falta por hacer?
- Yo
siempre espero, y me ofrecen oportunidades para hacer. Yo las acepto o
rechazo. Qué pudiera ser, bueno, un tren pudiera ser (risas). Pero, no
sé, cualquier cosa, lo que pueda venir. Ahora me han pedido diseñar
relojes y botellas de licores, yo las estudio. Si les puedo dar una
solución, las acepto.
Physichromie-625
- Qué mensaje le gustaría enviar a los venezolanos? Especialmente a los jóvenes que quieren “echarle pichón” a la vida.
- Una de
las cosas más difíciles para los jóvenes es entender su tiempo. El
esfuerzo mayor que tiene que hacer la juventud es tratar de entender lo
que está viviendo, porque da la impresión de que no se entiende. Hay que
apartar los sentimientos y obedecer lo lógico. Nos falta pragmatismo.
Todo es visceral, se piensa en el instante. Hay que ser pragmático, para
desarrollar al máximo la capacidad de análisis y tratar de darle
solución a lo que estamos viviendo.
- Usted es llamado el Mago del Color. ¿De qué color sugiere que pintemos nuestra vida?
- Con el color del porvenir.